14ª Etapa, Castro Dozón - Santiago de Compostela
Día 3 de Julio de 2009
Del Km. 977 al 1.052, Total 75 Kms.
Como siempre a las ocho de la mañana salimos del albergue, el último día no vamos a cambiar las costumbres, unas tostadas, café con leche y a completar nuestro último día de recorrido.
Empezamos bajando, a estas horas hace algo de frío, vamos alternado carreteras de asfalto con pistas forestales, bajadas y subidas continuas, no llegan a calentarse las piernas del todo cuando se enfrían de nuevo, noto el frío y lo paso mal al principio, mis compañeros parece que lo soportan mejor que yo.
Tras pasar por diferentes pueblecitos rurales llegamos a A Laxe, hacemos una corta visita al albergue pero a esta hora está cerrado, continuamos sin perder demasiado tiempo, proseguimos por pistas entre verdes prados y bosques húmedos, cruzando las aldeas diseminadas que encontramos a nuestro paso.
Al cruzar el río Deza por Ponte Taboada comprobamos que el cuentakilómetros de las bici marca los mil kilómetros, lo celebramos haciendo una pequeña parada y hacer alguna foto sobre el viejo puente, solo unos kilómetros mas adelante llegamos a la población de Silleda, el núcleo mas grande que hemos encontrado desde Ourense, hacemos una parada para comprar algún alimento que nos permita aguantar hasta la hora de comer, llevamos unos 28 kilómetros desde Castro Dozón y esperamos alargar un poco el trayecto de la mañana hasta llega al albergue de Outeiro.
Vamos atravesando zonas en obras, están construyendo la línea del AVE, debido a lo abrupto del terreno, construyen largos viaductos y frecuentes túneles, destruyendo el bonito paisaje, pero el progreso requiere estos sacrificios, en este trayecto se pierden frecuentemente la señalización, algunas veces por intuición y otras por indicación de algún trabajador vamos prosiguiendo el camino.
Bajamos por una impresionante y peligrosa pista en la que tenemos que tener alerta todos nuestros sentidos, por la que circulan toda clase de maquinaria pesada de las obras hasta llegar al puente sobre el río Ulla, el límite de la provincia de A Coruña, estamos solo a una altura de sesenta metros sobre el nivel del mar y por nuestros apuntes sabemos que nos espera una fuerte subida, encontramos un restaurante pero decidimos aplazar la comida hasta concluir todo el ascenso, ha sido una brillante idea porque en cuestión de unos tres kilómetros pasamos de los sesenta metros de altura a los doscientos noventa y cinco, alguna de las rampas son fortísimas, aguanto mejor este tipo de terreno que los continuos cambios de ritmo del recorrido de la mañana.
Ya llegando al final del ascenso, encontramos dos chicas peregrinas recogiendo fresas silvestres, nos ofrecen alguna y nos paramos a conversar un rato, son de Rumania, una de ellas habla algo de castellano, la otra ni una palabra, nos despedimos y continuamos hasta el albergue de Outeiro, que se encuentra en un paraje maravilloso pero aislado en medio de la naturaleza, aunque sin ningún servicio cerca donde comer o comprar algún tipo de alimento, hay mucha gente alojados en comparación de los albergues que hemos encontrado hasta ahora, después de una corta visita, nos informan que para encontrar un restaurante tenemos que bajar a la carretera nacional que está a unos dos kilómetros, naturalmente no nos queda otro remedio si queremos comer algo.
Dejamos atrás el albergue y vamos a lo que nos interesa, es tarde y hay ganas de comer.
Al salir del restaurante volvemos a encontrar a las dos chicas rumanas y nos dicen que pasarán la noche en el albergue, nosotros decidimos continuar como teníamos previsto hasta llegar a Santiago, que está solo a dieciséis kilómetros.
No habíamos hecho nada mas que empezar la marcha, se pone a llover insistentemente, no era lógico que en todo el trayecto no nos mojáramos ni un solo día y ha esperado al último, en vista de como está el tiempo, decidimos hacer el resto del recorrido por la carretera, los caminos se pondrán intransitables debido a la lluvia, al entrar a Santiago deja de llover, el Santo nos quiere recibir con buen tiempo.
Nos encaminamos hacia la Catedral para hacernos las fotos de rigor en la Plaza del Obradoiro, peregrinos por todas partes, es un hervidero, pero la satisfacción de un sueño cumplido, lo hemos logrado.
Nuestra última misión encontrar una pensión donde pasar la noche, después de un pequeño descanso y una buena ducha, hacemos una visita por el centro de Santiago, una buena cena, un par de botellas de albariño y a dormir mas contentos que unos niños.
Mañana nos tocará decidir la manera de volver para casa.